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Un estudio cuestiona que los niños necesiten padre y madre para crecer sanos .

La responsabilidad y la estabilidad son las claves para los hijos crezcan bien


Generalmente se piensa que los niños necesitan un padre y una madre para crecer sanos. Sin embargo, una reciente investigación acerca de distintos tipos de familia (monoparentales, de progenitores homosexuales y de progenitores heterosexuales) ha demostrado que el sexo de las personas que se ocupan de los niños no marca la diferencia. En realidad, lo más importante es la responsabilidad y la estabilidad con que se afronte la crianza. Si esto se produce, los hijos de cualquier familia tendrán niveles similares de autoestima, capacidad de adaptación y de educación. Por Yaiza Martínez.



Fuente: everystockphoto.
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La presunción de que los niños y niñas necesitan de un padre y una madre para crecer bien está ampliamente extendida. Ahora, un estudio realizado por científicos del College of Letters, Art and Sience de la University of Southern California, en Estados Unidos, ha puesto en entredicho esta idea.

Según explica el sociólogo Timothy Biblarz, uno de lo autores de la investigación, importantes decisiones políticas se han basado en la concepción de que los niños necesitan una madre y un padre, pero lo cierto es que no existen investigaciones científicas cuyos resultados respalden esta idea.

No importa el sexo del progenitor

Según Eurekalert, los investigadores realizaron un análisis de los estudios relevantes existentes sobre la paternidad y la maternidad.

Entre estos estudios, había investigaciones sobre hogares con padre y madre, sobre hogares monoparentales –con sólo un padre o con sólo una madre al cargo de los niños- y también sobre hogares formados por parejas homosexuales, especialmente de mujeres.

Los estudios sobre familias de padres homosexuales (dos hombres) aún son escasos para hacer comparaciones, explican los científicos.

A raíz de este análisis, no se encontraron evidencias de capacidades superiores para criar a los hijos en función del sexo del progenitor.

De hecho, y a excepción de la lactancia materna, el sexo de las personas que crían hijos parece no resultar significativo para el desarrollo psicológico de los hijos ni para su éxito social.

En un artículo aparecido en el Journal of Marriage and Family los investigadores desafían así algunas creencias, como la de que los niños “sin padre” se encuentran en desventaja o que los hombres proporcionan un conjunto de cuidados diferentes a los de las madres.

Similitudes educativas

Los científicos afirman que las investigaciones sociológicas realmente no suelen abordar la cuestión de si los niños necesitan un padre y una madre en casa. Lo que hacen es comparar las familias que tienen padre y madre con familias monoparentales.

Evidentemente, las primeras tienen ventaja sobre estas segundas por el número de progenitores, pero en realidad no se suele analizar si esa ventaja procede también del sexo de éstos.

De hecho, afirman los científicos, lo que se ha constatado en el presente estudio es que hay muchas más similitudes que diferencias entre los hijos de madres lesbianas y los hijos educados por parejas heterosexuales.

En las familias de dos madres lesbianas analizadas, se constató que éstas tienden más a jugar con sus niños y son menos propicias a usar la disciplina física que las familias de progenitores de ambos sexos.

Sin embargo, también en las familias de dos madres, al igual que sucede en los hogares de padres heterosexuales, la llegada de los hijos supone un aumento del estrés y de los conflictos, una situación que en el primer caso aumenta por la ausencia de reconocimiento legal de la situación familiar.

Por otro lado, en las parejas lesbianas, la madre biológica asume normalmente mayor responsabilidad en el cuidado de su hijo que sus parejas, lo que también suele ocurrir en las parejas heterosexuales.

Responsabilidad, estabilidad

En definitiva, afirman los científicos, la ciencia demuestra que los niños que crecen con progenitores de un mismo sexo se desarrollan igual de bien que los niños que crecen con progenitores de sexo distinto.

Esta constatación no coincide con la creencia generalizada de que los niños tienen que vivir con un padre y con una madre para que tengan un desarrollo óptimo, pero es la que se desprende del análisis de los datos.

Según los autores de la investigación, parece que en realidad lo más esencial es que los niños se encuentren en familias responsables, que tengan progenitores estables.

En general, dos progenitores son mejor que uno, pero también es cierto que un progenitor realmente bueno es mejor que dos progenitores incompetentes. El sexo de éstos es lo menos importante a efectos del desarrollo de los hijos e hijas, explican los científicos.

Estudios anteriores

Timothy Biblarz está especializado en el estudio de diversos tipos de familia. Así, resultados obtenidos en una investigación anterior realizada por este psicólogo con casi 23.000 personas, revelaron que los niños criados por una madre sola eran casi igual de propicios a tener una vida adulta exitosa que los niños criados en familias tradicionales, con dos progenitores (madre y padre) responsables de ellos.

Esto podría ser porque, en general, las madres solas se dedican más a los descendientes de un matrimonio acabado, al creer que no van a tener más hijos. O, tal vez, la dedicación de las madres en estos casos se convierta en un recurso emocional para los hijos, incluso más importante que las ventajas económicas que pueda ofrecer una familia corriente.

“En general, las madres tienden a mantener un nivel más alto de protección emocional hacia los hijos en situaciones de conflicto marital o ruptura matrimonial”, explicaba entonces Biblarz.

Otro estudio posterior de este psicólogo, en el que se analizaron los resultados de 21 investigaciones realizadas en los años 80 del siglo pasado, reveló por otra parte que los niños criados por padres homosexuales eran diferentes a niños de parejas heterosexuales, pero en un único aspecto: no estaban marcados por los clásicos roles de género.

Así, los chicos criados por lesbianas parecían ser menos agresivos que los chicos criados por parejas heterosexuales, y las chicas hijas de lesbianas parecían más propicias que las hijas de parejas heterosexuales a aspirar a convertirse en doctoras, abogadas, ingenieras o astronautas.

Donde no se encontraron diferencias fue en el grado de salud mental de los niños o en su calidad de relación con sus progenitores. Los chicos y chicas criados por lesbianas u hombres homosexuales presentaban niveles similares de adaptación, autoestima, y educación que los niños criados por progenitores de distinto sexo.
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